Tradición que engloba las manifestaciones artísticas de los pueblos que pertenecen al Islam. La cultura islámica concibió el arte de manera un tanto materialista, más que una expresión, constituyó un medio para embellecer y decorar.
El libro sagrado del Islam, el Corán, prohíbe la representación de figuras humanas; por tal razón, manifestaciones artísticas como la escultura y la pintura tuvieron poco desarrollo.
Los motivos que adornan edificios, mezquitas, vasijas y empuñaduras
de cimitarras son estilizaciones
de flores, plantas, animales y figuras geométricas:
también la escritura se utilizó como elemento decorativo.
El color es constante fundamental del arte islámico: la policromía de los edificios y piezas ornamentales es una de sus características más sobresalientes. Las maravillas arquitectónicas musulmanas que han llegado a nuestros días como la Mezquita de Córdoba o La Alhambra de Granada, se desarrollaron durante el período de expansión del Islam fuera del Cercano Oriente y muestran un refinado y exquisito gusto por ornamentar las magníficas estructuras de los azulejos, la marquetería realizada en madera u otros materiales y los relieves de yeso son elementos primordiales para la decoración.
También ocupan un lugar significativo en el arte islámico
las labores de incrustaciones
en latón y plata; así como la elaboración de tejidos y alfombras.