sábado, 18 de noviembre de 2017

FRANCIA. "Una tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte", de Georges Seurat



"Una tarde de domingo en la isla
de la Grande Jatte"
1884-1886.
Instituto de Arte, Chicago



La escena se desarrolla a orillas del río Sena, en la isla de la Grande Jatte. Este paraje, ubicado en los suburbios de París, era utilizado por la burguesía como un lugar de paseo.

Seurat realizó numerosos dibujos y bocetos como parte de su estudio previo, a fin de trabajar sobre las luces, los colores, las figuras y la estructura general de la obra.

El autor logra una intensa sensación de profundidad por medio de la división de la obra en dos zonas: un primer plano a la sombra y el segundo, iluminado por el sol.

En la obra despliega una gama de colores muy viva y deja de lado-gracias al consejo de Signac- los tonos terrosos. Comienza a utilizar un nuevo pigmento, el amarillo zinc, que con el correr de los años se fue oscureciendo hacia el tono verdoso.

El aspecto plano y quieto se logra mediante el uso de la perspectiva múltiple: pareciera que el cuadro puede apreciarse desde varios puntos de vista.

Como resultado de un profundo estudio sobre el modo en el que el ojo percibe, Seurat descompone los colores en pequeños puntos puros que se mezclan en la retina.

La exacta alternancia entre las cuarenta figuras paradas, sentadas y recostadas genera una sensación de equilibrio estático en la obra.

La única diagonal en la obra es la costa. Luego, la composición se estructura en torno a líneas horizontales y verticales.

A diferencia de los impresionistas, que se esforzaban en captar y transmitir el fuir del agua, Seurat se inclinó por representarla casi inmóvil, destacando el reflejo de las embarcaciones.

Algunas interpretaciones sostienen que, dado que se solía llamar "monas" a las prostitutas, la mujer situada en primer plano simboliza la lascivia.