Pintaba sus cuadros con pequeños puntos de colores puros, cuidadosamente yuxtapuestos sobre la tela, para que la retina los mezcle e interprete.
Realizaba sus bocetos iniciales en el exterior y continuaba su trabajo en el taller durante un largo período. Allí estudiaba la aplicación del color, la luz y la composición del cuadro.
Tenía una nueva concepción sobre el dibujo: prescindía casi por completo de los contornos y de los detalles y se concentraba en la forma, los contrastes, las luces y las sombras.
Prefería las composiciones armónicas, con líneas horizontales y verticales equilibradas y cierta sensación de quietud en las imágenes.