Nacido en la ciudad cordobesa de Deán Funes (Argentina), en una familia en la que no escaseaban los pintores, Mario Sanzano tuvo un contacto temprano con el mundo del arte. A sus 13 años, con óleos regalados por uno de sus tíos, realizó su primera obra. Allí no había personas ni objetos, sino el frente de la casa de sus padres, con la naturaleza que los circundaba. Ya desde ese entonces sabía que los paisajes serían su mayor inspiración.
Por eso estudió durante quince años con Martín Santiago,
único discípulo del gran referente Fernando Fader (argentina).
Con él empezó a dejarse llevar
por el impresionismo y recorrió varios caminos del norte del país
retratando árboles, casonas,
llanuras y toda muestra de naturaleza virgen
que pudiese cautivar.
Realizó su primera exposición individual a los 18 años y en 1985 tuvo el honor de exponer con su maestro. A fines de los noventa, ganó un premio en el primer concurso internacional Tango, organizado por la Secretaría de Cultura de la Nación y la Galería Zurbarán. Poco después se incorporó al staff de artistas permanentes de esa galería, donde este año presenta su undécima muestra.
Hoy, a sus 54 años, hace diez que vive del arte,
organizando exhibiciones, comercializando sus trabajos
y llevando sus obras
a otros rincones del mundo.
Eso sí, cuando hay que elegir un buen paisaje
para plasmar en un buen lienzo,
siempre se queda con su aldea cordobesa.